Los cuatro títulos que el editor ha agrupado en este tomo son otras tantas novelas cortas de las profundidades, encajadas entre las de mundos ocultos o mundos preservados. Los autores de proto ciencia ficción situaron con frecuencia la acción de sus narraciones en mundos desaparecidos -mundos difuntos-, como la Atlántida, o en mundos preservados, mundos que podríamos decir tangentes al nuestro, pues sólo se tocan en un punto, cuando son descubiertos, para desaparecer después para siempre. Acostumbraban a ser mundos fantásticos, poblados por hombres y animales sorprendentes, con frecuencia prehistóricos, y con una flora igualmente propia del pasado, escenarios de historias que, cuando estaban bien escritas, cautivaron a sus lectores, a los chicos de ciudad que soñábamos en secreto con escapar de la civilización que nos rodeaba y volver a los orígenes, a cuando las cosas eran de otra manera.