?Nada es como es, sino como se recuerda? fue afirmación lúcida de Valle Inclán.Una frase escueta que contiene, sin embargo, una extraordinaria carga, políticay cultural, y que ofrece una pauta elemental para el análisis historiográfico.Todas las instituciones de poder a lo largo de la historia han considerado entresus principales intereses la importancia del control del recuerdo, del control dela memoria. Desde mediados del siglo XVI, la Iglesia católica puso en marchalo que terminó por convertirse en un gran despliegue publicístico de carácterhistoriográfico. Como una de las respuestas al aluvión amenazante del protestantismo,la Iglesia contrarreformista impulsaría un gran proceso de produccióny edición de historias y escritos históricos sobre sí misma, sus instituciones y susmiembros. Y junto a los textos, otros recursos de impacto visual multiplicaronsu presencia con el mismo fin: ceremoniales y ritos, canonizaciones y fiestasdevocionales, manifestaciones artísticas... Todo ello formó parte de lo que fueuna gran operación de construcción y difusión de ?memoria histórica?, ese términode actualidad sometido hoy a reducción y que, sin embargo, comportamucho más de lo que se contiene y se refleja ahora en la conocida polémicacontemporaneísta de estos últimos años.Todo este proceso apuntado constituye un fenómeno histórico de gran alcanceque viene concentrando la atención de los historiadores modernistas de maneraespecial en las últimas décadas. En este marco se sitúan las contribuciones deeste libro. En él participan historiadores consolidados del panorama nacionale internacional junto a jóvenes investigadores, compartiendo el estudio de cómola Iglesia postridentina fue elaborando y construyendo los mimbres de lo quepresentaría como su propia historia, la historia ?oficial?, la destinada a configurarese recuerdo que conforma la realidad en la expresión valleinclanesca,la destinada a dominar y perdurar.
