La filosofía moderna convirtió al hombre en el centro de la reflexión filosófica, pero sólo rozó ligeramente a la persona. Ninguna propuesta del pensamiento moderno usó el concepto de persona de manera decisiva ni advirtió la dimensión última, irrepetible, que convierte a cada sujeto de la especie humana en un quién único, es decir, en persona. Este libro explora las características y potencialidades de este giro.