Para evaluar la aptitud física en los deportistas de alto nivel y la aptitud general para la práctica física se proponen instrumentos perfectamente descritos y aplicables. La evaluación de la forma física es una necesidad capital para los deportistas de alto nivel. Dicha evaluación requiere, obviamente, de la utilización de instrumentos válidos y fiables que den resultados útiles y cuantificables. Forma parte del seguimiento y control del deportista, tanto en su entrenamiento como en la competición. Las pruebas empíricas que servían para valorar las cualidades físicas, en otro tiempo muy utilizadas, ahora resultan insuficientes. El rigor de la medición científica es indispensable en el momento en que el entrenamiento se racionaliza, pero no debe suponer el dominio de una tecnología sofisticada, cuya utilización estaría reservada a los expertos. Además, lejos de las exigencias del deporte de competición, la evaluación de la aptitud física también afecta en el ejercicio de determinadas profesiones (es el caso de los cuerpos de seguridad) y a las personas que realizan deporte de forma habitual. Es bien sabido que una preparación deficiente de cualquier practicante puede ser causa de lesiones graves (como lo demuestran los riesgos de accidentes coronarios durante un esfuerzo intenso).