En una palabra, la crónica nos pone en medio de Córdoba en los tiempos del emirato, dándonos la impresión de la realidad, cual ninguna otra historia erudita o literaria es capaz de producir. Nos cuenta cosas fútiles, escenas vulgares, sin grandezas ni aparato de conjunto; pero esa inatención artística, esas descuidadas narraciones consienten el estudio de fenómenos sociales, que en otras crónicas no aparecen siquiera esbozados ni aludidos...Tálib le dijo: —Quien bebe; se emborracha; quien se emborracha, hace disparates; el que hace disparates, forja mentiras, ya quien forja mentiras, debe aplicársele la pena...