Las aventuras de Francis Xavier Gordon, El Borak, El Rápido, fueron escritas poco antes de la muerte de Howard, y son de las últimas en ser publicadas. Precisamente en los mismos momentos en que escribía la serie de Conan, el bárbaro de Cimeria. Howard vuelca en las páginas de uno y otro personaje sus sueños más sangrientos, sus aventuras más desesperadas y, al mismo tiempo, plasma en las páginas de este libro toda una serie de sensaciones intimistas que le llevan a hablarnos de sus antepasados (tanto de los de Gordon como de los suyos propios, como si todos fueran los mismos) y las aventuras que éstos corrieron en las lejanas tierras de su Texas natal. De cualquier modo, las aventuras de Gordon son de las que dejan huella en los lectores. Te conozco. Eres el americano al que llaman El Borak, el Rápido. Viniste a Afganistán cuando estalló la guerra. Estabas con el rey Hussein antes incluso de que Lawrence llegase de Egipto. ¿Sabes quién soy? Frases como ésta (sacada de «El hijo del lobo blanco», en este volumen), son las que conforman un mito enorme y tumultuoso donde se mezclan las aventuras con la historia, la leyenda con la realidad. Lawrence y Gordon, dos personajes de leyenda pero anclados en una materia con la que no están hechos los sueños. Porque en Howard (y en Lawrence), los sueños, como los imperios, se construyen con sangre. Con la sangre de los enemigos que dejan un reguero de cadáveres por donde pasan sus héroes. Pero también con el desinterés propio de quien hace lo que debe hacer aunque sea malo o perjudicial para él. Son héroes más grandes que la vida, más fuertes que la fuerza y los más valientes entre mil. Con este volumen terminan las aventuras completas de El Borak, pero todavía quedan algunas historias sueltas, sin acabar (varias de las cuales ya les hemos ofrecido en alguno de estos volúmenes o en Delirio). Su publicación en esta colección, como ya dijimos, también llegará en un futuro no muy remoto.