Seamos sinceros, comenta el autor, ¿a cuántos hombres conoces que, una vez instalados en un modo de vivir, se esfuercen, a su costa, seriamente en ser más, saber más, hacer más...? Pocos. Esa es la triste verdad. En cambio, ¿cuántas veces has visto al hombre apartarse a todo correr de cualquier amenaza que pueda ponerle en ridículo, una vez que ha percibido el peligro con claridad?. Pues bien, ya me he cansado de predicar el modo de hacerlo bien. Ahora quiero avisar del triste espectáculo que ofrece a todos, y la sensación de ridículo que vive, aunque no lo confiese, el que lo hace mal.