Acercarse al crimen es situarse al borde de los abismos más oscuros, fascinantes y amanazadores del espíritu humano, tanto si nos detenemos en las historias individuales de los criminales y de sus víctimas, cuanto si alzamos la mirada sobre las sociedades que conviven con él. Cómo afronta la res publica la presencia del crimen en el cuerpo social; cuáles son los límites que se autoimponen las instituciones a la hora de defender la seguridad de la ciudadanía; cómo se entretejen las determinaciones sociales, los caracteres individuales y eso que damos en llamar el destino en la génesis de los comportamientos criminales; qué siente o deja de sentir el agresor en presencia de sus víctimas¿; cada una de estos interrogantes ha sido objeto de infinidad de estudios y motivo de inspiración para todo tipo de pesadillas y fantasías artísticas y literarias.