En realidad nuestra civilización es una civilización libresca: su tradicionalismo y originalidad, su seriedad y sentido de la responsabilidad intelectual, su inigualada fuerza imaginativa y su creatividad, su compresión de la libertad y su tutela de ésta son activos que descansan en nuestro amor a los libros. Confiemos que las modas pasajeras, los medios y los ordenadores nunca malogren o debiliten nuestra íntima vinculación con los libros.