La búsqueda de la verdad ha ocupado durante demasiados siglos a nuestros cerebros más privilegiados. Sin éxitos demostrables hasta el momento, lo que tal vez sea una pérdida de tiemp. Las dudas, en cambio, se hacen visibles en seguida, se alimentan, se abrigan y se albergan (por eso permanecen, como el ¡quizás, quizás, quizás! de don Oswaldo Valdés).