Visiones ácidas de la realidad, cuentos entre lo fantástico y el ensayo, retratos fauvistas de un mundo violento bajo un maquillaje amable, los textos de Los nuevos proscritos , de Antonio García Montes , forman un collage que describe la locura cotidiana de un mundo tecnificado que podría darnos la felicidad pero en el que cada vez hay más soledad. Influenciado por Elias Canetti , no psicoanaliza a ningún personaje, los deja mostrarse; tiene aires de R. Musil y de Gombrowicz cuando trata de relaciones amorosas extrañas; de una enfermiza fascinación por un Cristo que, lacerado y sangrante, yace sobre sábanas de hilo fino; del refregar de los viriles cuerpos de los futbolistas como felinos en celo en la orgiástica celebración del gol; de los amaneceres en los montes de Toledo o del atardecer, en que su ánimo decae y se derrumba sistemáticamente, como si el fin de cada día fuera un anticipo de la muerte. García Montes deconstruye la realidad para que la saboreemos como una manzana robada y furtivamente comida, aún verde y ácida, con la primera luz del amanecer.
