Estos libros (Profecía de otoño, Íntima heredad y Suerte de alquimia) son los capítulos de una trilogía de dolor y frustración, de una vida en un pueblo del sur que atenaza y destruye la personalidad de una persona sensible, y provoca la interiorización de la realidad, que es difícilmente reconocible (la cima del mundo clasista del señorito y la Andalucía del llanto), y se sublima en una escritura hermética (vocabulario muy culto, imágenes surrealistas, versos largos cercanos a la prosa como en las silvas barrocas), que dificultan el reconocimiento de la sociedad a la que critica y a la que ama. Esta paradoja anima (del latín anima, alma) estos poemarios. Este choque entre memoria y silencio se resuelve en las dulces descripciones de la tierra en la que nació, en la certeza de la muerte y en la rehabilitación amorosa del autor. En estos libros hay un claro romanticismo (paisaje, soledad, muerte, memoria...), neosurrealismo (revitalización formal de la metáfora de la Generación del 27 y de Cántico) y una preocupación formal basada en el orden (libros divididos en tres secciones gemelas, poemas muy trabajados, de similar extensión, y con repetición de motivos y figuras retóricas).
