No es habitual que las circunstancias nos ofrezcan la oportunidad de compartir el camerino con los artistas antes y después de una obra de teatro. Es raro que podamos acompañarles a cenar a un restaurante, que nos enseñen su casa o que podamos escuchar de qué hablan con sus amigos o colaboradores. Más insólito resulta que un personaje insólito, tan popular como provocador, muestre sin reservas todas sus aristas e inquietudes, las pasadas y las presentes, ante quien se le acerque. Eso es exactamente lo que ofrece Sin plumas en la lengua. En sus páginas La Otxoa desnuda al mucho menos conocido José Antonio Nielfa. Quien lea Sin plumas en la lengua tendrá la sensación de haber pasado unas horas frenéticas con La Otxoa. Y de haber conversado tranquilamente con José Antonio Nielfa. José Antonio Nielfa ha conocido la cárcel por peligroso social, los abusos en un colegio religioso, la locura del Torremolinos de los sesenta, el fluir de Las Ramblas barcelonesas, la explosión de La Movida madrileña, el sexo, la cocaína, la pasión y el dolor. La Otxoa no ha conocido más que el éxito.