Quien haya seguido con cierta atenci贸n la trayectoria literaria de Mario Vargas Llosa, sus escritos sobre literatura, sus manifiestas aficiones literarias, no se extra帽ar谩n de que haga esta incursi贸n en este g茅nero y le parecer谩 natural que la dedique a otro ilustre erot贸mano, su amigo cineasta y director de esta colecci贸n Luis G. Berlanga. Su curiosidad por los m贸viles rec贸nditos de la literatura er贸tica viene, pues, de antiguo y es de sobras conocida su admiraci贸n por los grandes maestros franceses Georges Bataille y Pierre Klossowski, algunos de cuyos libros er贸ticos o sobre erotismo ha prologado y divulgado en nuestro idioma. Ahora, leyendo Elogio de la madrastra, por fin podremos todos comprobar hasta que punto el disc铆pulo pasa 茅l mismo a ocupar rango de maestro en arte tan dif铆cil, y por desgracia, tan poco frecuentado por escritores ya consagrados como 茅l. Con la sabidur铆a del meticuloso observador que 茅l es y mediante la seductora ceremonia del bien contar, Vargas Llosa nos induce sin paliativos a dejarnos prender en la red sutil de perversidad que, poco a poco, va enredando y ensombreciendo las extraordinarias armon铆a y felicidad que unen en la plena satisfacci贸n de sus deseos a la sensual do帽a Lucrecia, la madrastra, a don Rigoberto, el padre, solitario practicante de rituales higi茅nicos y fantaseador amante de su amada esposa, y al inquietante Fonchito, el hijo, cuya angelical presencia y anhelante mirada parecen corromperlo todo. Aqu铆, la reflexi贸n m煤ltiple sobre la felicidad y sus oscuras motivaciones, pero ante todo sobre los parad贸jicos entresijos del poder pu
