Siempre se ha dicho que, a partir de los cuarenta, el hombre es responsable de su cara. Kipling viene a añadir aquà que también lo es de su biografÃa. Recordando su aprendizaje de periodista, el autor escribió: Mi jefe me tomó por su cuenta, y durante tres años lo odié. TenÃa que domarme, y yo no sabÃa nada. Ignoro lo que sufrió por causa mÃa; pero la poca o mucha escrupulosidad que haya llegado a adquirir en mi vida, el hábito de procurar siquiera verificar las referencias y cierta maña para no moverme de la mesa de trabajo, se los debo enteramente. Sin duda el lector ha reconocido en estas lÃneas un resumen de Capitanes intrépidos, una excelente novela de aprendizaje.