Cuando Robinson Crusoe naufragó en aquella isla desierta, no podÃa imaginar que pasarÃa allà veintiocho años, que sembrarÃa arroz y cebada, que harÃa queso y que encontrarÃa un buen salvaje rousseauniano a quien evangelizar. Pero Robinson no es sólo un hombre hábil, capaz de sobrevivir, y aun de prosperar, a fuerza de tenacidad e ingenio. Es, sobre todo, el prototipo del colonizador inglés, que no se conforma con estar en la isla, sino que la explora y la somete. Daniel Defoe, a pesar de su ausencia de pretensiones literarias ?o justamente por ello?, por su estilo esencial y tan práctico como el hombre que narra su vida, escribió una obra maestra imprescindible.