La César Augusta altoimperial fue concebida como una ciudad en estado adulto, se conformó como un recinto absolutamente organizado en su interior y acabado en sí mismo, incluida la dotación de su muralla. La colonia ha visto surgir en su interior, de la mano de los urbanistas, una diferenciación funcional en forma de un centro, no sabemos aún si simple o dúplice, de la vida política y religiosa, muy claro en el foro de la Seo, al tiempo que no ha descuidado el concepto de la ciudad como centro de placeres, colectivos (termas públicas, edificios de espectáculos), de lugar de actividad comercial y artesanal (mercados, almacenes y alfarerías) y finalmente, como «amoenissima civitas», convertida en centro de residencia, con una vivienda privada que concedió gran importancia al agua, aunque nuestra información sobre fuentes, ninfeos o termas sea muy fragmentaria. El poder público ejerció un importante papel en el progreso urbano y ciudadano, como muestran las grandes obras ejecutadas, en las que el evergetismo privado, aunque no haya dejado testimonios directos, tuvo que prestar su apoyo de forma significativa. Todavía son muchas las incógnitas sin despejar. Así, el número de habitantes en la colonia durante el alto imperio, que pudo llegar a los 6000, pero que no es posible certificar todavía. Tampoco se conoce bien el aspecto real de las calles, ni se pueden averiguar por ello la densidad o el ruido del tráfico diurno en las mismas, ni los elementos concretos de iluminación nocturna, ni determinar la tipología exacta de los monumentos de existencia conocida, ni la cantidad y talla de las casa de pisos y manazanas que existirían junto a las casas familiares... En éstas y otras muchas cuestiones tienen la palabra la investigación arqueológica continua que experimenta la antigua Zaragoza y la ublicación detallada del enorme patrimonio material e informativo extraído durante los últimos años por una amplia nómina de investigadores.
