La crisis económica y financiera parece haber demostrado que el grado de coordinación de las políticas económicas de los Estados miembros de la UE, no era el idóneo para garantizar su estabilidad financiera, y que la intensidad de la integración económica no era suficiente para permitir el correcto funcionamiento de la Unión Monetaria. No obstante, a medida que la crisis se ha prolongado, y profundizado, las instituciones europeas se han empezado a dotar de instrumentos destinados a incrementar su control sobre las políticas económicas de los países miembros. De tal forma que esta crisis ha desarrollado la capacidad de la Unión para incidir y decidir la orientación de las políticas económicas de los Estados, especialmente aquéllos que forman parte del euro, y los afectados por las dificultades financieras.La experiencia acumulada durante este período debe aprovecharse para consolidar esos avances y normalizarlos, reemplazando la improvisación que supuso el frecuente y abundante recurso al intergubernamentalismo, por estructuras más decantadas, que acudan al método integrador por aunar la eficacia del tratamiento supraestatal con la legitimidad democrática, el respeto de los derechos y una mayor observancia de las garantías propias del Estado de Derecho. De hecho, este planteamiento de consolidación y normalizac...
