El tío Ricardo ni siquiera sabía tocar el piano y en el momento de morir ahí se quedó, con su mano pegada al instrumento. Ni unos aguerridos bomberos pudieron conseguir que el pobre hombre se desprendiera del piano, al que se había aferrado en el útimo instante de su vida. Este es el argumento de “Rigor Mortis”, el cuento ganador del II Premio «Enrique Gallud Jardiel» de relatos breves de humor, al que acompañan otros nueve cuentos cortos que quieren transmitirnos la idea de que, al fin y al cabo, ni la vida (ni la muerte) hay que tomárselas tan en serio. Más aun en una época como en la actual en la que vamos de aquí para allá, arrastrando nuestras preocupaciones, con un “rigor mortis” exageradamente anticipado a cuando debería. Desfilan por estas páginas también personajes tan entrañables y peculiares como el “ilustre” literato Felipe Cardenillas o un pobre chaval que tendrá que vérselas con un mago calvo que se la tiene jurada y con la misma muerte, que también parece que le ha cogido algo de manía. Historias extravagantes, cómicas y desenfadadas para sacarnos aunque sea una pequeña sonrisa en esta época tan aburrida. Ah, y también hay un alienígena que chantajea a su profesor para que le apruebe la asignatura de Formación del Espíritu Nacional en plena época franquista.