La pobreza, la corrupción y la inseguridad jurídica son tres calamidades que afectan a nuestras sociedades. Estos fenómenos dependen por completo de acciones humanas voluntarias e intencionales. Son, pues, evitables. Sin embargo, su universalidad y su persistencia provocan que sean considerados como catástrofes naturales. Se asumen, de ese modo, como ineludibles y nadie se siente responsable por ellas. Pero nada más lejos de la realidad.La pobreza es una cuestión que interroga nuestras posiciones desde diversos puntos de vista: moral, político, económico y social. Y ha de preocupar a los diseños institucionales y a las prioridades políticas de un modo apremiante, ya que su presencia nos atañe, simplemente, como seres humanos, en lo personal y en lo social. La pobreza es fuente de otras desgracias; muertes prematuras, enfermedades curables, analfabetismo, exclusión social. Nada urge socialmente más que la eliminación de la pobreza. No es una tarea imposible.La corrupción adquiere tintes dramáticos en Hispanoamérica. Se ha transformado en una herramienta útil para alcanzar con éxito determinados objetivos económicos, políticos o sociales. Como cualquier herramienta, está a disposición de todo aquel que quiera utilizarla. Y su eficacia depende del contexto. La impunidad es uno de ellos. Junto a la pobreza constitu...
