El monje de Silos siguió enfrascado en su tarea, un rato más, escuchando el sonido que poco a poco iba llenando aquel silencio. Conocía bien el significado y quiso la ventura de poder vivir hasta terminar los trazos. Tengo un lujo confesable y no prescindible, al contrario que el resto de los lujos. No les digo más, tengo trabajo.