Arturo del Hoyo nació en Madrid en 1917. Fue colaborador del diario El Sol. Participó en la defensa de Madrid (1936-39). Formó parte de la primera redacción de Ínsula. Recopiló para Aguilar las obras de Miguel Hernández (1952), García Lorca (1954-86) y Baltasar Gracián (1961). Su Diccionario de palabras y frases extranjeras (3a ed., Punto de Lectura, 2002) fue el primero y es el más extenso en su género.Como narrador tiene publicado seis libros de cuentos: Primera caza (1956), El pequeñuelo (1967), En la glorieta (1972) y El lobo (1981), por Aguilar; Historias de Bigotillo, ratón de campo (1987), por Juventud, y El amigo de mi hermano (2000), por Ediciones de la Torre; así como una antología o Tría de cuentos (1993), con once cuentos, por la Fundación Juan Gil-Albert.Esta antología de ahora, Cuentos de un tiempo ido, es más amplia y más representativa, pues reúne veintitrés. Han sido considerados pequeñas joyas literarias (R. Vázquez Zamora ) y relatos limpios, transparentes, que dejan ver su mundo a una luz cristalina, poética (Manuel Cerezales). Y el novelista chileno Manuel Rojas recalcó la calidad de su escritura así: una prosa tierna y pasa el aire a través de sus palabras, algunas de las cuales deslumbra por su limpieza castellana. Son cuentos que reflejan algo que fue en el tiempo, que ocurrió o se sintió, con realismo suavizado por la melancolía. Y es que Arturo del Hoyo hace suya esta sentencia del pintor Braque: El pasado es una hipótesis, nada más que una hipótesis. Y si fue es porque ha quedado escrito. Sólo por eso.Uno de los cuentos aquí incluidos, Las señas, recibió en 1977 el Premio Hucha de Oro de Cuentos; otros han sido traducidos al alemán, al francés y al checo.
