Componen este libro relatos de muchos sabores en tanto que muchos son los enigmas que nos conforman, muchos los alimentos que nutren nuestros secretos. Y la comida es el gran hilo rojo que los une a todos en un collar. Cada cuenta, cada cuento, aborda las cosas a su modo. En unas narraciones se nos ofrece recetas que, lo mismo que las fórmulas magistrales, nos dan la pócima perfecta para la imperfección que es la vida. Así, crímenes de todo tipo, físicos y morales, nos pueden aguardar. Otras historias, en cambio, optan por dejar que sea algún alimento (y este concepto es sorprendentemente amplio en manos de los autores) el que con la naturalidad de la vida ayude a los personajes a moverse, a despertarse o a cambiar. También misterio, mucho humor, ironía, y algunas cucharadas colmadas de lirismo aliñan esta colección que, lo mismo que un banquete pantagruélico, no dejará con hambre al lector.