Siglos atrás, un pastorcillo dibujaba sus ovejas sobre la arena y las piedras, su mayor deseo. Hoy todos lo conocemos como Giotto, alumno de Cimabue. Un relato entre historia y leyenda. Giotto llegó a ser tan famoso que trabajó para el Papa, príncipes y reyes. Pintó sus mejores frescos en Asís y en Padua donde, aún hoy, acuden desde todo el mundo a admirarlos.