Este libro muestra una selección de experiencias llevadas a cabo en diferentes escuelas de educación infantil y primaria por maestros interesados en fomentar en su alumnado conceptos químicos a partir de experiencias cotidianas que, a veces, no se analizan directamente desde esta perspectiva (la fiesta de la castañada, los caramelos recogidos en una cabalgata, las transformaciones que se producen al hacer pan, vino o yogures...) pero que demuestran cómo la química contribuye a comprender y gestionar con responsabilidad el mundo que compartimos. En un momento en que la química o bien se valora por encima de todo o bien se considera difícil i se relega a los niveles superiores de la enseñanza, los autores y autoras de este libro reclaman que los niños y niñas disfruten de la actividad química en la escuela: que se planteen preguntas que puedan responder, que aprendan a transformar algunos materiales, que vayan modificando su lenguaje a medida que tengan cosas que decir... Como dice Mercè Izquierdo, coordinadora de este proyecto, éste es un libro escrito a muchas manos: manos de maestros y maestras con los ojos abiertos al mundo, con ganas de investigar al lado de sus alumnos, con el propósito firme de acercar al alumnado a la química y ayudar a los futuros ciudadanos a interpretar su entorno también desde la mirada de la química.
