El tema del placer estuvo siempre en el centro de la atención de Platón desde sus primeros diálogos. El Filebo es probablemente el último en que intenta incorporar el placer a la vida buena. Escrito con un estilo ágil, con el regreso del personaje Sócrates como el interrogador implacable de los diálogos tempranos y medios, y con la típica potencia filosófica de los escritos tardíos, esta obra presenta un Platón no ascético que, aun cuando no acepta incluir cualquier tipo de placer como ingrediente de la vida mixta de inteligencia y placer, no olvida la relevancia de los placeres necesarios para la vida buena. Este diálogo presenta diferentes aspectos del pensamiento platónico, que van desde la investigación en busca de la vida feliz hasta el examen detallado de la dialéctica como método propio de la filosofía, consistente en distinguir de modo apropiado géneros y especies que permitan dar una definición correcta de lo que se está investigando.