La vocación marinera es la seña de identidad más representativa de Litoral, como lo cantan su nombre y lugar de nacimiento. El pez saltarín, obra de Manuel Ángeles Ortiz, que ilustró la cubierta del primer número se han convertido en el emblema de la revista. La imprenta Sur donde se editaba “tenía forma de barco, con sus barandas, salvavidas, faroles, vigas de azul y blanco, cartas marinas, cajas de galletas y vino para los naufragios. Era una imprenta llena de aprendices como grumetes”, recuerda Manuel Altolaguirre. Este espíritu se ha mantenido en la actual etapa. Las cubiertas se ilustran con barcos, peces, playas y marineros, independientemente del contenido. En junio de 2000 apareció Pasajeros, dedicado al viaje, y en diciembre de 2001, La poesía del mar. Ambos números se completan con estas Líneas marítimas, coordinadas por Antonio Lafarque, José Antonio Mesa Toré y Lorenzo Saval. Textos e ilustraciones ponen de manifiesto de incontables poetas, novelistas, dramaturgos y artistas plásticos por los barcos: desde Mark Twain a Arturo Pérez-Reverte pasando por Stevenson, Conrad, London, Juan Ramón Jiménez, F. Scott Fitzgerald, Hemingway, García Lorca, Alberti, Neruda, Barral y Caballero Bonald, entre otros. Líneas marítimas también se ocupa de la construcción de los barcos en los astilleros; de las cartas de navegación, brújulas y astrolabios; de algunas de las partes más representativas de los navíos: hélices, anclas, chimeneas; de los puertos y su ambiente de llegadas y despedidas; de las tripulaciones y las innumerables clases de embarcaciones; de los ojos del mar: los faros; de la leyenda de los barcos fantasmas de la parte oculta del mar visitada por buzos y submarinos; de los barcos piratas; de la naturaleza romántica de los mascarones de proa; de las miniaturas; de los naufragios. Y, cómo no, del barco que más ha surcado los mares literarios a pesasr de su cortísima vida naval: el Titanic...
