A finales del siglo XV, España fue el primer país en Europa en muchas cosas: el primero en aplicar una reforma católica, el primero en expulsar a los invasores musulmanes y el primero en crear una estrategia y ejército superiores a todos los demás. Los Tercios se forjaron por obra del Gran Capitán, Gonzalo Fernández de Córdoba, en la reconquista de Granada. A partir de entonces, los tercios vencieron en todas las batallas en las que participaron en Italia, en Alemania, en Francia, en África, en Flandes, en las Azores… Y fueron uno de los pilares sobre los cuales la Casa de Habsburgo construyó su hegemonía en el continente. La imbatibilidad de los Tercios se prolongó durante siglo y medio. Bastaba que los combatientes de una batalla supiesen que se iban a encontrar con Tercios del rey de España para que su ánimo flojease. Y la élite de esta fuerza de combate eran los Tercios formados y mandados por españoles. La primera derrota de esta magnífica infantería ocurrió en la pequeña villa de Rocroi, al norte de Francia y cerca de los Países Bajos españoles. Europa se desangraba debido a la Guerra de los Treinta Años (1618-1648); España había comenzado su decadencia y Francia pugnaba por ocupar su lugar. Se cuenta que después de la batalla un oficial francés preguntó a un prisionero de cuántos hombres se componía el tercio en el que había combatido y el español se limitó a responder: ¡Contad los muertos!. Los soldados que habían convertido la guerra en su vida aceptaban antes la muerte que la rendición.
