Si uno observa detenidamente los espacios dedicados a novedades en las librerías, enseguida puede constatar que, un número importante de los libros, están firmados por autores ya fallecidos. Es difícil, desgraciadamente cada día más, encontrar autores vivos –ya no diré jóvenes- que despierten la curiosidad del lector, o por los que apuesten los editores. Daniel G. Sanguino tiene 30 años, éste es su primer libro y además –nótese el tono malicioso- escribe poesía. En estos tiempos de consumo voraz, en los que los libros no sólo no escapan a ésta tendencia, sino que participan de ella con las mismas armas que otros artículos, la editorial Endymion aparece con una colección de poemas de 200 páginas firmada por un desconocido. Si eso no es apostar por la literatura, nada lo es. Abres Otras vanidades , lo lees con cierta pereza, hasta que, lentamente, te ves envuelto en un universo seductor y terriblemente estético del que es difícil escapar. Son poemas, de acuerdo, pero tienes la sensación de estar leyendo una novela. “Otras vanidades” huele a lluvia nocturna, a soledad amortiguada a golpe de tinta, a alcohol y sexo, y cuando el lector cree que la noche y el humo son un círculo vicioso dentro del libro, aparece un poema liberador que nos transporta a los bosques, reales o imaginarios, oxigena los ojos y la mente del lector. Esta colección de poemas te lleva de un lado a otro si estás dispuesto a subirte en ella. Desborda estilo en cada verso, encuentra sus influencias en espacios tan dispares –casi antagónicos- como el glam, el punk, el Madrid de Umbral o el sur de Tennessee Williams. El encuentro perfecto entre Lou Reed y Luis Cernuda. Reune, dentro de cada página, los elementos que conforman los conceptos de vocación y autenticidad.
