El relato, avaro en páginas, imagina un congreso en Buenos Aires de la misteriosa Israfel Society que nuclea a los estudiosos de Edgard Allan Poe . Hay un crimen en un cuarto cerrado. La víctima es un alemán malvado, quien deja una baraja y un cadáver crípticos. Aparecen tres puñales e igual número de sospechosos a primera vista. Vogelstein, judeobrasileño, tiene el monopolio de la información. Junto al investigador Cuervo, frecuenta a Borges para desentrañar el caso. Más que una novela detectivesca, se trata de una parodia espumosa que inflige con toda premeditación “el peor villano que tiene el género policial: un narrador indigno de confianza que escamotea o fragua datos al lector”. Veríssimo , al parecer, ha querido honrar a dos antiguos amores (Borges y Poe) confinándolos en el lecho de Procusto de Agatha Christie. Divertido sí, pero nada más.