Durante los siglos XVI y XVII, el conocimiento de los territorios peninsulares progresa considerablemente. Las repercusiones en la percepción global del país dan lugar a una abundante literatura. Si lo que predomina en esta producción es el aspecto descriptivo, el aspecto imaginario no se queda atrás. Este libro estudia el imaginario territorial en los «grandes relatos» culturales auriseculares y sus incidencias políticas, religiosas y estéticas; explica cómo una tierra conocida pudo manifestarse, a sus mismos habitantes, como una comarca mítica.