Un dÃa recibà en ParÃs un manuscrito de Marguerite Yourcenar llamado Les Trente-trois noms de Dieu . Eran brevÃsimos poemas, sin puntuación, a veces con una sola palabra en medio de la hoja. Los acompañaba una carta de la autora en la cual me decÃa que pensaba que sus poemas me gustarÃan, ya que eran breves como los mÃos, y que se proponÃa publicarlos en la revista N.R.F. de Gallimard. Me sugerÃa que los tradujera al español. En el mismo instante, antes de haber terminado su lectura, ya me habÃa puesto a traducirlos.Silvia Baron Supervielle