La historia de las guerras está repleta de actos de valor. De forma individual o colectiva, el héroe se lanza al combate olvidando su propia persona en aras de una idea, una patria o simplemente de unos seres queridos. Lamentablemente la mayoría de estos actos de heroísmo apenas son recompensados en su momento y mucho menos a lo lardo de la historia. Hay otros pocos que adquieren una dimensión mítica. Revelan el espíritu de resistencia de un pueblo, la valentía de sus ejércitos o la justicia de una causa.