Tengo por seguro que muchos de los que lean esta obra dirán, al concluirla, que es excesivamente sencilla y fácil de hacer. Tendremos, una vez más, el viejo caso, ya seguramente proverbial del huevo de Cristobal Colón. Nada hay más fácil que hacer cosas análogas, una vez que ya se hicieron; pues es muy cierto que nada hay más fácil. El segundo paso es tan proverbial que no cuesta, y menos cuesta cuando los demás han dado ya el primer paso. No juzgue sin embargo un poetastro cualquiera, entre los lectores, que, a no ser plagio vulgar, o el de la calca directa de Caeiro, sea más fácil escribir, en este género, cosas que sean sentidas y fuertes...