Hace nueve siglos, cuando los benedictinos de la orden de Cluny glorificaban a Dios con el esplendor de los oficios litúrgicos y el fasto de las iglesias, un monje desconocido, Roberto de Molesme, propuso volver a la estricta observancia de la regla de Benito de Nurisa: orar lejos del mundo y vivir del trabajo propio. AsÃ, el Nuevo Monasterio de CÃster se convirtió en el modelo para una cohorte de cistercienses, monjes de coro y hermanos conversos, instalados en unas setecientas cincuenta abadÃas diseminadas por toda Europa, sin contar los monasterios de monjas que se les unieron. Bajo el impulso de Bernardo de Claraval, el más célebre de los monjes blancos, la nueva orden pronto se convirtió en la conciencia de la Cristiandad, controlando el poder polÃtico y movilizando al mundo feudal para mayor gloria de Dios. La arquitectura austera de las abadÃas cistercienses impuso una nueva estética al arte románico, que los maestros de obras de la orden llevaron a su apogeo. Asimismo contribuyeron a desarrollar el naciente arte gótico por toda Europa. Los enclaves agrÃcolas y manufactureros de los monjes cistercienses participaron con gran eficacia en la revolución técnica de los siglos XII y XIII. Esta historia y su repercusión en la arquitectura constituyen el tema de este libro.
