Sin duda uno de los temas más relevantes que se plantean en el panorama de nuestro proceso penal actual está referido a la figura del imputado, término éste con que se designa a toda aquella persona a la que se atribuye por la autoridad competente la comisión de un hecho punible, quedando sometida por ello a las vicisitudes de una investigación dirigida a reunir datos acerca de su posible culpabilidad y, en su caso, la apertura de un enjuiciamiento plenario posterior que pueda culminar con una sentencia de condena. La presente obra penetra en todas las grandes cuestiones que gravitan en torno a este estatuto procesal-personal, a partir de su regulación legal y las dudas interpretativas que ha cosechado en la jurisprudencia. Así, la distinción entre las distintas clases de imputación (judicial y extrajuducial); los derechos y garantías procesales que origina cada una de estas situaciones para el sujeto, y sobre todo, la significación del juicio de imputación formal en los diversos procesos existentes: el de delitos graves, a través del auto de procesamiento; el abreviado, en el que aparece otro tipo de resoluciones que en el fondo persiguen el mismo fin que aquel auto; el proceso de tribunal con jurado, y los problemas suscitados por la preceptiva autorización para inculpar o procesar Diputados y Senadores, sobre el que además efectúa el autor su opinión crítica por el mantenimiento de esta especie de privilegio.
