En una Argelia en manos de la mafia político-financiera y de la violencia integrista, el comisario Brahim Llob, tierno e incorruptible, acosa a los criminales de día y sondea su dolor por la noche. ¿Para qué sirven las palabras en un país sumergido en una locura calculada, un país que mata a sus hijos en nombre de un dios? Quedan pocos hombres para los que dignidad y justicia significan algo. Llob es uno de ellos. - Un lenguaje crudo y no exento de humor negro, afilado como una cuchilla, entrecortado, de una expresividad hiriente y una precisión relojera. Fernando Martínez Laínez. ABC - El escritor mezcla la acción salvaje con la reflexión profunda sobre la realidad argelina, todo eílo con una sorprendente economía de lenguaje. Directo, puro argot la mayoría de las veces, lírico y metafórico otras. Rosa Mora El País