Un kayak de mar se abre paso en las heladas aguas irlandesas mientras el sol matinal empieza a bañar los campos. En el horizonte se vislumbran los pináculos de Skelling Michael: doscientos metros de paredes verticales de roca se yerguen entre los mares tumultuosos. En algún lugar de esa isla solitaria se alzan las ruinas de un monasterio del siglo VI, donde unos monjes cristianos irlandeses mantuvieron encendida la llama de la civilización durante la edad oscura. Los frailecillos pasan a pocos metros de la embarcación, y centenares de alcatraces la sobrevuelan en círculo con sus enormes alas de dos metros de envergadura. El océano se agita con violencia y zarandea al palista y a su pequeña embarcación como si fueran un pedazo de madera. Así es un día cualquiera de navegación del increíble periplo que Chris Duff llevó a cabo, a lo largo de tres meses, por las costas irlandesas. Las olas celtas recoge esta singular odisea y en su trama se entretejen, delicadamente, dos viajes distintos: uno es por mar, con sus momentos de calma y de zozobra; el otro es una exploración interior, un despertar espiritual alentado por la extraordinaria belleza y la rica historia que Duff descubre entre las ruinas de piedra, en los monasterios de las islas y en las casas que bordean las costas de Irlanda.
