El ascenso de China no es nuevo. Tampoco lo son laspreocupaciones que plantea, especialmente en elcampo occidental. Pero la historia se ha acelerado durantelos últimos diez años. Hoy, Estados Unidos ya noduda en hacer de China su principal adversario estratégico.En otros lugares, y en particular en los países delSur, las reacciones son más variadas. De hecho, Chinapuede haberse convertido en una potencia capitalistalíder, pero juega con reglas que difi eren de las que sigueOccidente. Para bien o para mal.Por lo tanto, analizar el ascenso internacional deChina únicamente desde la perspectiva de la “amenaza”es doblemente engañoso. Primero, porque se tratade un orden mundial cuyos benefi cios históricos estánlejos de haber sido distribuidos equitativamente,y porque al hacerlo, subestimamos la pluralidad deintereses y contradicciones que existen entre China yotras regiones del mundo, pero también dentro de lasociedad china.