La novelista se enaamora del personaje, le vive como cercano, cree entenderle y le da forma con sus vacilaciones, sus cambios de carácter, sus humores, sus reacciones contradictorias a veces, pero siempre humanas, ante los distintos acontecimientos que le toca vivir desde la infancia. Y más aun cuando es alguien con poder absoluto y rodeado de personas con intereses contrapuestos que intentan conducirle, influirle o combatirle. Y un rey es un rey. Pero el ahora es un hombre solo, enfermo recluido en el Alcazar de Sevilla