Salvar la vida gracias al arte de contar. He aquí la base de una serie de colecciones de cuentos de origen hindú y persa que llegaron a la literatura occidental a través del mundo árabe y dejaron sus huellas en autores tan dispares como Don Juan Manuel, Ramón Llull, Samaniego o Gabriel Miró. En 1251 Alfonso X el Sabio patrocina la traducción del Calila e Dimna, reelaboración de un original de la India que debe gran parte de su material al Panchatantra y relata cómo el sabio Berzebuey viaja hasta aquellas tierras orientales para traerse unas hierbas mágicas que hacen resucitar a los muertos. Finalmente, no logra encontrar la codiciada pócima de la inmortalidad pero si se traerá hasta occidente la presente colección de cuentos. En el Sendebar, -traducido en 1253 al castellano bajo la denominación de Libro de los engaños y asayamientos de las mujeres el horóscopo vaticina que cuando el heredero cumpla veinte años caerá en desgracia, y así se cumple cuando una concubina real lo acusa falsamente de haberla forzado y su padre lo condena a muerte. El rey va escuchando los cuentos de los consejeros que tratan de modificar el veredicto, de la mujer que lo culpa y del propio infante que terminará demostrando su inocencia y sabiduría. Frente al ambiente orientalizante del Libro de los engaños, Los siete sabios de Roma traslada la historia del Sendebar a la Roma de época de Ponciano. En esta versión será la madrastra -y no la concubina- la que acuse al príncipe, y alternará, como habíamos visto anteriormente, los cuentos de tinte misógino con los que previenen contra los malos consejeros.
