No podemos hablar de formación sin referirnos a la noción de memoria, la cual podemos definir como la suma de conocimientos transmitidos de generación en generación, y de los cuales uno dispone en un momento dado, sea para contribuir a perpetuarla o tener los medios para transgredirla. Y si bien en el arte del actor no hay leyes ni reglas -parafraseamos a Copeau-, resulta necesario conocerlas para adquirir una técnica. Porque como decía este reformador francés: arte y técnica no son dos cosas separadas.En este nuevo milenio de impasse, de automatismos artísticos capaces de frenar los conocimientos alrededor del arte actoral, la calidad y profundidad en la búsqueda de un nuevo discurso escénico vuelven a fundar su experiencia en el contexto del arte del actor.Eugenio Barba y Nicola Savarese lo entendieron así, y como arqueólogos excavaron en los documentos y crónicas de todas las edades del teatro, para encontrar las huellas del arte secreto del actor en las distintas culturas de Oriente y Occidente, patrimonio común de la cultura escénica universal.
