Con este libro, Juan Gil, catedrático de Filología Latina de la Universidad de Sevilla, escribe sobre una temática poco conocida de la historia de nuestra ciudad: las relaciones comerciales que Sevilla mantuvo con la India, China, Filipinas y Japón durante los siglos XVI y XVII, lugares cargados de exotismo y de una indudable atracción para los españoles de la época. Por aquel entonces Sevilla poseía el puerto más importante de España y el monopolio del comercio con los territorios americanos y por ende, gracias a la vía de Acapulco, de las comunicaciones con el Lejano Oriente. De esta forma, Sevilla tuvo la oportunidad de entrar en contacto con un mundo hasta entonces desconocido. Se trataba de personas de una lengua, una religión y unas tradiciones diferentes que pronto lograron conquistar a los sevillanos con sus coloridas prendas de vestir, sus maderas, cortinas, cofres, porcelanas, abanicos y especias como el azafrán o la canela.