En estas páginas está contenida la autoentrevista que el escritor italiano-judío Primo Levi confeccionara ante la gran demanda de determinadas respuestas o precisiones por parte de los lectores, a partir de la publicación de sus libros, que dan lúcida cuenta de lo vivido en el incomprensible horror de los campos de concentración nazi. Aquí se puede constatar el hecho de que Levi jamás especulara con una carrera literaria, escribiendo en los leves lapsos de tiempo que le permitía su trabajo de químico. Ello garantiza, así, la alta seriedad de su escritura, signada desde el vamos con una imperiosa necesidad vital: la de dar testimonio. Y de paso dejar una advertencia, sin el menor sensacionalismo, en el aire de esta época en que el Estado -el poder organizado- parece afirmar una creciente gravitación en nuestra experiencia de individuos. Como se ha señalado, Levi enfocó su tarea de escritor en la cuestión de la ética, central en la literatura de testimonio. En su recaptura de la memoria, que es también una asimilación del sufrimiento, se deposita algo esencial a la experiencia humana -según la doble acepción del término. O, como el propio Primo Levi lo expresara: ...Algo de gigantesco que yo mismo veo sólo ahora, en la intuición de un momento, tal vez el porqué de nuestro destino, de nuestro estar hoy aquí...