Prólogo de Jon Sobrino . Coherente en la consagración de su persona a todos, y en especial a los pobres, monseñor Romero siempre mostró su sencilla verdad de creyente en Dios. Fiel a la Iglesia, interpretada como Magisterio y como Pueblo, y libre para exponer la doctrina cristiana de manera acomodada a los signos de los tiempos. La misión de la Iglesia sólo será auténtica si es la misión de Jesús. Esta convicción la vivió monseñor Romero como arzobispo de San Salvador desde el sentir con la Iglesia, su lema episcopal y el principio inspirador de su existencia.