Prólogo y edición de Juan Villoro Si no ha leído a Jorge Ibargüengoitia, compre alguno de sus libros y léalo. Es muy probable que no encuentre nada en las librerías españolas, lo que demuestra, una vez más, que la vida puede estar muy bien, pero el mundo está muy mal. Si tiene un amigo en México, consiga que le envíe las obras de Ibargüengoitia. Si no tiene ese amigo, laméntelo amargamente. Insisto: lea a Ibargüengoitia. Ya está dicho lo esencial. [...] Quiso vivir seriamente, adoptaba un gesto grave en las fotografías y se marcaba horarios de trabajo. [...]En su caso, todos los esfuerzos resultaron inútiles: nació sarcástico y murió sarcástico. Lo que otros llaman sentido del humor era en él una tara congénita. [...] Nació en Guanajuato (México) en 1928 y falleció en Mejorada del Campo, a bordo de un Boeing 747 de la compañía Avianca, en 1983. El avión había partido de París y se dirigía a Bogotá, con escala en Madrid. El piloto efectuó una aproximación incorrecta al aeropuerto de Barajas y la nave se estrelló contra una colina. Murieron todos, ciento ochenta y una personas. Ibargüengoitia era uno de los pasajeros. Le habían invitado a un congreso de escritores en Colombia, se había resistido a acudir y sólo al final, a regañadientes, aceptó embarcar en el vuelo fatídico.
