En Bella durmiente, Miriam Reyes escribe una poesía vivida, sentida, entrañada, en la que el cuerpo y cuanto a él se refiere asume un protagonismo y una densidad que la palabra destaca y subraya (Mi cuerpo desnudo está aquí). Desde el propio nacimiento (Mamá y yo... nos acercamos a la muerte), al amor (Tu amor es una cosa suave y caliente), la infancia (Para algunas cosas fui una niña precoz), el padre (Cuando el rey de la casa entraba), el sexo (Mi vientre es mi mundo interior) o el abandono y la decepción (Ya no tengo más cuerpo en absoluto). La suya es una poesía muy de mujer, en la que sensibilidad y experiencia encarnan en una trayectoria vital que al formularse se perfila, se revela y nos hechiza y envuelve con su mundo abismal e irrepetible.