Escritos a lo largo de un par de décadas, los reportajes que se recogen en este libro muestran que la frontera más inexorable e inquietante es la que marcan las lÃneas del tiempo. Asomarse a estas estampas, dibujadas desde la curiosidad por la diversidad del mundo, es como atisbar por la ventanilla de un tren un paisaje que la velocidad distorsiona. AsÃ, Irak, Boston, Australia, el Polo Norte, el Sahara, China o Alaska, regresan al presente tal y como fueron un ayer no demasiado lejano. Todos esos lugares parecen estar en el fin del mundo, no por los kilómetros fÃsicos que nos separan de ellos sino por lo que tienen de fronteras Ãntimas, que siempre son las más definitivas. Estos textos están escritos desde el convencimiento de que el verdadero viaje conlleva una pasión y un temblor en la conciencia y de que viajamos, sobre todo, porque querernos ser otros. A medias peripecia personal y a medias análisis social de los paÃses visitados, los periplos relatados por Rosa Montero son unos trayectos que dejan huella.
