Apollinaire cataliza toda la energía de las vanguardias a comienzos del siglo XX. Alcoholes (1913) y El Poeta asesinado (1916) representan dos muestras de esa variedad de tonos y registros entre lo burlesco y la ternura, la ironía y el ars poetica, la melancolía y la exaltación, que le caracterizan. Ambas obras ilustran una de las claves de la poética del autor.