¿Qué es lo que ves al observar los brillantes ojos de un bebé mirándote fijamente? ¿Son realmente los de una persona? ¿Este bebé que frunce el ceño en silencio o se pone rojo de rabia puede pensar y sentir? A pesar de su pequeño tamaño produce un convincen­te ruido, pero ¿está diciendo algo en realidad? Lo cierto es que gran parte de lo que tradicionalmente se creía sobre los bebés era falso. Hemos comprendido mal y subestimado sus capacidades. No son seres simples sino complejos, pese a su corta edad: son pequeñas criaturas con unos pensamientos asombrosamente amplios. El bebé sabe mucho más de lo que suponíamos. Tras haber visto el rostro materno durante algunos minutos después de nacer, puede ya identificarlo de entre una exposición de fotos. También reconoce el sexo de otros bebés aunque los vistamos con ropa del sexo contrario, siempre y cuando éste se mueva, algo que los adultos no podemos hacer. Es mentalmente curioso y está ansioso por aprender.